martes, 26 de junio de 2018

El día que se perdió el amor

 Título: El día que se perdió el amor
Autor: Javier Castillo
Editorial: SUMA
Páginas: 425
ISBN:978-84-9129-173-2
Tras años desaparecida, Carla, la hermana de Amanda Maslow, reaparece andando desnuda por el centro de la ciudad. El inspector Bowring intentará esclarecer de dónde sale esa chica y que motivos la han llevado a ser detenida en esas condiciones en pleno centro. La historia de Carla está estrechamente ligada con la secta de Los Siete, una hermandad liderada por una mujer que dice ver el futuro y escribe los nombres de las mujeres que deben morir para evitar que sus actos acaben produciendo grandes catástrofes en el planeta. Carla, sin saberlo, está destinada a algo grande dentro de esa organización y, por ello, la veneran de forma especial. Mientras, su hermana Amanda, que había conseguido rehacer su vida con Jacob, ve como su vida se trunca ante sus ojos, el hecho de no haber sido asesinada en su momento hace que la secta de Los Siete la persigan para intentar acabar con ella.


El comienzo de esta novela tiene muchas similitudes con El día que se perdió la cordura, en ambas novelas un personaje aparece desnudo andando por la ciudad y es detenido e interrogado en comisaria, sin embargo, esta novela parece un poco más forzada que la primera parte, intentando meter con calzador algunas escenas para que la trama cobre algo de sentido. 

Tras su lectura, he podido comprobar que hay fallos muy grandes en el trabajo de investigación, algunos garrafales. En concreto, en una parte determinada del libro, el autor dice algo como "(...) aparecen otras dos enfermeras que la intuban en un segundo y la arrastran hasta una puerta". Supongo que alguien que no es del gremio pasaría por alto esta oración, pero da la casualidad de que yo misma soy enfermera, y casi se me caen los ojos de las cuencas al leer esta frase. En primer lugar, las enfermeras no intubamos, esa técnica la realizan los médicos y, en segundo lugar, si lo hiciésemos, ni muchísimo menos lo haríamos en un segundo, para intubar a una persona es necesario administrarle anestésicos generales y relajantes musculares y hacerlo con el paciente monitorizado en todo momento, en esta escena hasta el familiar, que es quien relata los hechos, esta presente durante el proceso... increíble, para mi, como enfermera, un gran fallo.

Esta novela me ha parecido mucho menos adictiva que la primera parte, de la que no podía despegarme y siempre necesitaba leer más y más. He tenido la sensación, durante toda la lectura, que la novela y yo no hemos logrado encajar. Yo, al menos, no he podido pillarle el punto.

Se suceden situaciones y escenas muy extrañas, algunas rallan el surrealismo y la novela se vuelve menos creíble. Prisioneros de alta seguridad campando a sus anchas por hospitales, inspectores incapaces de llevar a cabo una investigación decente y fructífera...

Me ha decepcionado bastante. Después de leer El día que se perdió la cordura esperaba mucho más de este libro. Tenía la sensación continua de que no avanzaba y que, cuando lo hacía, la trama se volvía surrealista con escenas que no tenían mucho sentido. Desgraciadamente, no es un libro que recomendaría, sí la primera parte, pero no la segunda.

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